La primera vez que se vieron se sintieron impotentes ante la fuerza de sus pasiones, el instinto había dictado que tenían que odiarse, lo sabían y lo cumplían. La segunda vez sus corazones decidieron complicarlo y detrás de las frías miradas y los duros reproches gritaron muy bajito para el resto de los terrestres que jamás lograrían vivir el uno sin el otro.
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