No sé si fue porque desde el momento en que nací mi tía se le coló a mi padre, entró en la habitación del hospital, me quitó de los brazos de mi madre y ante la atenta mirada de mi padre que llegaba justo detrás me dijo: "tu vas a ser del Real Madrid", primera victoria.
No sé si fue porque más tarde mi espíritu rebelde me hizo ir en contra de lo que veía en mi propia casa, y aprendí a disfrutar mientras mi padre gritaba como un loco ante el televisor que los árbitros siempre favorecían a los mismos, yo me reía, y contrarrestaba sus gritos con un burlón "Hala Madrid" que le encolerizaba aún mas, y ya iban 2-0. Aunque tal vez el secreto está en ese recuerdo que jamás podré borrar, ese de aquella séptima Copa de Europa, con tan solo 5 años, donde un jovencísimo Iker Casillas empezaba a robarme el corazón mientras yo degustaba la tarta de merengue más grande que he visto en mi vida, y la más dulce. Con esto el Madrid ya ganaba 3-0 haciendo honor a su fama de campeón.
Pero no, no, yo creo que fue mas adelante, en la época en la que pasaba las tardes viendo partidos de barrio o viendo chicos de barrio jugando partidos, cuando descubrí que todo deporte conllevaba unos principios, unos valores, y los reconocí en los jugadores de mi equipo, los de los mil nombres raros, esos que me ponían la piel de gallina, que aún hoy consiguen acelerarme hasta límites insospechados las pulsaciones con solo pasar a mi lado, dejarme su firma en una camiseta, o dedicarme una sonrisa que tengo que compartir con miles de aficionados con los que también comparto este sentimiento, esta pasión, el Real Madrid gozaba ya de una cómoda ventaja, 4-0. Pero eso no era todo, después llegaría la novena, Zidane... que puedo decir de ese momento... .
Ahora llegan los malos momentos y te preguntas porqué ser del Madrid , porqué sufrir, tal vez lo fácil sea seguir la moda, cambiarse al equipo ganador... Pero esos pensamientos se borran de un plumazo y se consideran insignificantes cuando meten un gol a tu equipo y por mucho que intentas superarlo no logras dejar de querer morir, cuando tu jugador favorito mete un pase increíble y pese a ir perdiendo dos cero el corazón corre como la pelota recordándote que hay esperanza, mismamente cuando ves a tu hermano jugar y ves en él a un galáctico madridista, lo mismo que siento cuando veo el Bernabeu lleno , cuando escucho a una afición que es capaz de cantar a su equipo y alabar al rival, una afición señora, una afición deportista, y entonces es cuando me doy cuenta sin ningún tipo de duda que nunca tuve opción y nunca la quise, ¡yo elegí ser madridista!