martes, 17 de enero de 2012

Echar de menos.

Cuando miro por la ventana no puedo evitar echar de menos, es que se me hace demasiado extraño levantarme sin escuchar los gritos de un enanano consentido y, sin que él se entere, adorable que no se olvida ni un solo día de recordarme que estoy en casa.
No puedo evitar pensar cuando dan las 3 de la tarde y he acabado de comer que entraré en tuenti y tendré tres privados distintos: uno para decirme lo que vamos a hacer, otro para decirme la hora y otro para cambiarla porque todas sabemos que ninguna llegará a tiempo. Entonces con este ritual ya terminado podré echarme una de esas largas e intensas siestas de dos o incluso tres horas mientras mi madre me despierta cada dos minutos para decirme," que ordene esta habitacién", para preguntarme si algun dia sabré mantener en orden algo y para colocarme la ropa en el armario.
Cuando den las 11 y ya haya cenado cualquiera de esas delicias que puedo asegurar, y aseguro, nadie encontrará mejores en el mundo, pues nadie puede superar la cocina de mi madre, solo entonces, podré salir realizando el mismo ritual de siempre:
-¿Con quién sales ?
+Con estas... ¿Con quién voy a salir?
-No vuelvas tarde...
+No...
-Y no vuelvas sola...
-No...
Y al bajar en el ascensor mientras escucho las llamadas de Giovanna estas llegando tarde otra vez... será cuando me de cuenta de que por más que lo odie, por más que me queje y por más que siempre haya querido salir de allí, no hay un lugar en el mundo en el que se este mejor que en casa, no hay nada que eche más de menos que mi casa y todo lo que ese término supone.

sábado, 14 de enero de 2012

Mi debilidad.

Y después de muchos intentos desisto, no voy a escribir nada sobre él, ni sobre lo que me hace sentir con esas llamadas inesperadas, no voy a intentar expresar todo lo que me pasa por la cabeza cuando me hace esas preguntas tontas que en realidad no lo son tanto, voy a dejar de intentar explicar los motivos de esa sonrisa de estúpida que me sale con solo oírle decir mi nombre en ese tono, ni voy a decirle ya más a nadie porque me provocan tanto amor esas palabras que utiliza para llamarme y que odio tanto. No lo voy a hacer porque no puedo, porque ni si quiera yo lo entiendo.