martes, 20 de diciembre de 2011

Cosa de dos

Él tenía esa mirada y esa dulzura en la voz, conocía todos los trucos para volverla loca en cada beso, sabía cuando tenía que reírse, cuando tenía que hacerse el ofendido y cuando tenía que hacerla sentir la mujer más especial del mundo para que todo siguiera en su sitio, para que ella siguiera en sus manos.

Ella era una chica diferente, inteligente, no se dejaba manipular o nunca lo había hecho. Se moría con sus bailes, con su chulería y vivía enamorada de las mentiras que le contaba. Tenía unos grandes ojos oscuros, que a pesar de comunes, habían vuelto locos a muchos poetas, y a otros no tan artistas, pero hacía tiempo que no se le veían, estaban tapados por una gran venda negra, la que conseguía que mantuviese la sonrisa puesta.