Ellos son los dueños de la mentira, de la actuación. Los pioneros en los cambios, los reyes de la cultura...
Tienen esa relajante voz, ese siseso en el acento que parece querer acariciar las palabras con los labios, y hace que cada vez que hablan, cantan.
Tienen esa costumbre de hacerte sentir la única mujer en el mundo, y la odiosa capacidad de conseguir que te lo creas, aunque sabes, por esa pequeña sonrisa tan encantadora como sospechosa, que harán lo mismo con la próxima representante del género femenino que se les cruce por delante, pero es tan bonito, es tan especial creerlo.
No es cursilería, es el juego del amor propiamente dicho, en el que ellos siempre ganan, un conjunto de trampas y trucos maliciosamente estudiados que ellos dominan a la perfección, tal vez porque nacen contaminados de ese aire que tiene la ciudad donde reside Cupido, en lo alto de la tour Eiffel, desde donde alcanza cualquier corazón del mundo.
Il y a quelque chose spécial.
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